¡No dejéis que el título os ENGAÑE! De primera exposición nada, hay que protegerse durante todo el año.
Para bien o para mal, vivimos en una zona geográfica, y hablo del territorio español en general, donde la radiación solar es alta tanto en cantidad como en intensidad. Por ello, no podemos hablar de una “preparación” para la primera exposición solar, ya que estamos expuestos todo el año, especialmente en las zonas del levante y sur de España. En estas zonas, el clima nos invita a pasar más tiempo al aire libre (sí, hablo de disfrutar de las cervecitas en las terrazas)
¿QUÉ OCURRE CUANDO NOS EXPONEMOS AL SOL?
Aunque a todos nos gusta un buen bronceado y lucir un “tipito” en verano, el bronceado no es más que la respuesta de nuestra piel a una agresión: la radiación. Cuando nos exponemos al sol, la radiación genera radicales libres que estimulan los melanocitos, células responsables de producir melanina, el pigmento que da color a nuestra piel. En resumen, una piel bronceada es una piel dañada.
El cuerpo humano tiene un "capital solar", es decir, una capacidad limitada para defenderse del sol y reparar los daños causados por la radiación. Este capital solar varía según el individuo, pero a los 18 años ya hemos consumido el 70% de nuestra capacidad de protección natural. Por eso es crucial protegernos siempre que nos expongamos al sol.
A partir de los 25 años, cuando el proceso de envejecimiento comienza, la cantidad de melanocitos en la piel disminuye hasta un 10%, lo que reduce nuestra capacidad para protegernos de la radiación. Con el paso de los años, la exposición al sol favorece el foto-envejecimiento y aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel. Además, el sistema inmunológico también se ve afectado por la radiación solar.
LA RADIACIÓN SOLAR Y SUS EFECTOS EN LA PIEL
El sol emite cuatro tipos de radiación: UVB, UVA, infrarrojos y luz visible (luz azul). Cada tipo de radiación tiene una longitud de onda diferente, lo que influye en la profundidad con la que penetran en nuestra piel. Sin embargo, todas ellas son capaces de llegar a las capas más profundas de la piel, causando efectos dañinos. La radiación solar puede destruir las fibras de colágeno y elastina, alterar el ADN de las células, provocar deshidratación, engrosamiento de la piel y manchas. Por lo tanto, es crucial elegir un protector solar que nos ofrezca una foto-protección integral, es decir, que proteja de todas las radiaciones solares.
¿CÓMO ELEGIR EL PROTECTOR SOLAR ADECUADO?
Elegir un protector solar no es tarea fácil. Existen diferentes tipos y cada uno tiene características que lo hacen más adecuado para ciertos tipos de piel o necesidades. Además, la radiación solar varía dependiendo de la zona geográfica en la que nos encontremos, por lo que la protección debe ser personalizada. Aquí te dejamos algunos puntos clave para elegir el protector solar perfecto.
1. Filtros solares:
Existen tres tipos de filtros solares: físicos, químicos y biológicos. En la eterna discusión sobre cuál es mejor, la respuesta es clara: el que te proteja de un espectro más amplio de radiación. Es decir, que proteja contra UVB, UVA, infrarrojos y luz visible.
- Radiación UVB: Este tipo de radiación afecta a la epidermis y provocan el bronceado. Un protector solar con SPF 50+ aumenta significativamente el tiempo que podemos estar al sol sin quemarnos, comparado con no usar protector, es decir, multiplica por 50 el tiempo de exposición.
- Radiación UVA: Esta penetra más profundamente, llegando hasta la dermis donde se encuentran las fibras de colágeno y elastina. La protección frente a UVA es esencial para prevenir el foto-envejecimiento y las manchas.
- Luz visible: La luz azul que tanto se menciona últimamente es capaz de causar manchas en pieles con fototipos más oscuros. Muchos protectores solares ya incluyen protección frente a esta radiación.
- Infrarrojos: Estos rayos pueden llegar hasta la mitocondria de nuestras células, dañando su ADN y provocando la descomposición del colágeno y la elastina. Los protectores solares con antioxidantes ayudan a protegernos de estos daños.
2. Tipo de piel:
Es importante tener en cuenta si nuestra piel es seca, mixta o grasa, ya que cada tipo requiere una textura diferente en el protector solar. Las pieles grasas se beneficiarán de productos más ligeros, mientras que las pieles secas necesitarán fórmulas más hidratantes y nutritivas. Además, es fundamental considerar el fototipo de piel, ya que las pieles más claras (fototipo 1) tienen menos protección natural y son más propensas a quemaduras y cáncer de piel, mientras que las pieles oscuras (fototipo 6) son más propensas a manchas.
3. Patologías de la piel:
Si tienes alguna condición de la piel como acné, rosácea, psoriasis o atopía, es crucial elegir un protector solar específico que ayude a tratar esas afecciones. Algunos solares incluyen activos que ayudan a calmar la piel, controlar el sebo o prevenir la formación de manchas. Estos productos están especialmente formulados para pieles sensibles o con problemas dermatológicos.
4. Edad y necesidades especiales:
Las pieles de los niños y los ancianos son especialmente delicadas. Los bebés, por ejemplo, no tienen la capacidad de protección natural frente al sol, por lo que es fundamental usar fotoprotectores con filtros físicos, aunque algunos dermatólogos sugieren combinar filtros físicos y químicos para una mayor protección.
También hay protectores solares diseñados para actividades especiales, como los deportistas, que necesitan productos resistentes al sudor o que no irriten los ojos, y los formatos de viaje que facilitan la aplicación en cualquier lugar.
Además, encontramos solares en bruma o stick, especialmente diseñados para la reposición rápida, sin alteración del maquillaje o para zonas delicadas, así como, siliconados ideales para actual de pre-base de maquillaje.
En conclusión, la protección solar es esencial para prevenir el foto-envejecimiento y proteger nuestra salud de los efectos dañinos de la radiación solar. Elegir el fotoprotector adecuado es clave para mantener nuestra piel sana a lo largo del tiempo, especialmente si se tiene en cuenta el tipo de piel, las patologías y las necesidades especiales de cada uno. No olvides protegerte siempre, incluso en invierno, ¡y recuerda reaplicar cada dos horas!
¡Cuida tu piel y disfruta del sol de manera responsable!
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